viernes, 16 de abril de 2010

Un misterio invisible

Basta con cerrar los ojos, inhalar y abrir el pecho para que una serie de sensaciones se transmitan a nuestro cerebro. Todo esto gracias a un sólo sentido, fascinante por su misterio, complejidad e invisibilidad: el olfato.

El olfato nos hace percibir olores y participa en el mundo de las relaciones afectivas más de lo que imaginamos, con ello el sentirnos atraídos por otras personas. Por muy sorprendente que parezca, el olfato nos guía hacia personas con nuestras mismas inclinaciones.

Gracias a unas pequeñas e invisibles sustancias que segrega el cuerpo, es que podemos sentirnos atraídos por otra persona sin ni siquiera saber por qué, se crea una química invisible, inexplicable pero real.

El olor de cada persona es único, reconocible. Y el contacto de los cuerpos al saludarse o despedirse, permite percibir la fragancia del otro, fragancia que permanece aún cuando la otra persona ya se ha ido y nos hace recordarlo de una forma más intensa.

A diferencia de los otros sentidos, el olfato tiene un distintivo que lo convierte en único, esto es su gran memoria. El olfato es el más fiel de los cinco sentidos, pues el olor permanece por siempre, pueden pasar años y aún podemos recordar olores de nuestra infancia, el olor de nuestra madre, de nuestra pareja, etc. El olor también nos puede hacer sentir consuelo, al oler alguna prenda de alguien que se ha ido. Raramente, nos sentimos atraídos por personas con un olor diferente al nuestro.

Lo único que nos queda es cerrar los ojos y dejarnos guiar por el incomprensible universo de los olores en este mundo tan racional; pues emociones y recuerdos nos esperan. (♥)

viernes, 19 de marzo de 2010

Marte + Venus = Tierra

Por un lado los hombres, quienes provienen de Marte, por otro, las mujeres provenientes de Venus, dos mundos unidos en uno solo… la tierra.

Dos desiguales se conjuntan, una conjunción originada naturalmente, imprevista, mágica. Sin embargo, surge una discrepancia. No podemos pretender que de dos mundos tan distintos se fusionen las ideas que cada uno trae consigo, generando una misma forma de pensar para los dos. Es imposible.

Es ahí donde surgen dos paradojas, que afectan a ambos en un mismo terreno llamado TIERRA.

#1 Las mujeres piensan que los hombres piensan como mujeres.
#2 Los hombres piensan que las mujeres piensan como hombres.

Todos alguna vez hemos hecho o escuchado algún comentario, ¿quién entiende a las mujeres?, ¿por qué los hombres no son sentimentales?, etc.

Las diferencias son evidentes, las mujeres prefieren ver una película romántica, los hombres prefieren ver acción o algo cómico, las mujeres comparten secretos e intimidades con sus amigas y las conforta el hecho de ser escuchadas y recibir consejos, los hombres guardan sus sentimientos, las mujeres tienen sentimientos profundos y cambiantes, los hombres permanecen en un solo estado de ánimo la mayoría de tiempo… y podría agregar una lista sin fin.

Si ya existimos en un mismo lugar, debemos buscar un equilibrio para poder permanecer juntos, que los sentimientos y pensamientos de cada uno sean equitativos para nivelar la balanza.

Aunque en situaciones sea difícil, debemos tratar de comprender al otro, ponernos en “sus zapatos” y preguntarnos si nos gustaría eso, aprender a pensar como el/la otro(a). Si queremos vivir felices y hacer sentir bien a nuestra pareja, debemos investigar qué es lo que necesita, lo que busca a cambio, sin encasillarnos en el “yo soy así, quien me quiera que me quiera como soy”, ya que si pensamos de esa manera lo único que lograremos es estar solos.

Finalmente, el tener una pareja es compartir, ceder, demostrar… Sí, cada mundo piensa diferente, pero al saber y conocer las necesidades de la otra persona, podemos ceder, podemos esforzarnos a darles lo que necesitan, siempre y cuando ambas partes sean equitativas, así podremos mantener una balanza entre dos mundos diferentes fusionados en la tierra. ♥

martes, 9 de marzo de 2010

El amor dura tres años

Les dejo un extracto de la novela "El amor dura tres años" de Frédéric Beigbeder.

Al principio todo es hermoso, incluso tú. No das crédito a estar tan enamorado. Cada día trae consigo su liviana carga de milagros. Jamás nadie en el mundo había conocido tanta felicidad. La felicidad existe y es muy simple: consiste en un rostro. El universo sonríe. Durante un año, la vida no es más que una sucesión de soleadas mañanas, incluso cuando nieva por la tarde. Te casas, lo antes posible: ¿para qué reflexionar cuando uno es feliz? Reflexionar te entristece; la vida debe ganar la partida.

El segundo año, las cosas comienzan a cambiar. Te has vuelto más tierno. Te sientes orgulloso de la complicidad que has establecido con tu pareja. Comprendes a tu mujer con sólo medias palabras; qué felicidad conformar un todo. Hacéis el amor cada vez menos y consideráis que no es grave. Estáis convencidos que el fin del mundo está muy lejos. Defendéis el matrimonio delante de vuestros amigos solteros, que ya no os reconocen. Tú mismo, sin ir más lejos, ¿estás realmente seguro de reconocerte cuando recitas la lección aprendida de memoria y resistes la tentación de fijarte en las señoritas ligeras de ropa que iluminan la calle..?

El tercer año, ya no resistes la tentación de fijarte en las señoritas ligeras de ropa que iluminan la calle. Pronto llega el momento en que no puedes soportar a tu mujer ni un segundo más, porque te has enamorado de otra. Sólo hay un punto en el que no te habías equivocado: efectivamente, la vida tienen la última palabra.


Es casi como una ecuación matemática


365
x 3
Total = 1,095


Dicen que son aproximadamente 1,095 días los que determinarán si una relación continúa o termina.

Definitivamente el estar enamorado es un estado de éxtasis, un estado que no se puede controlar, nos vuelve impulsivos, nos mantiene en delirio por la persona que se ama. Es un estado en el que todos quisiéramos estar por siempre, las 24 horas de nuestros días.

Sin embargo, no todo es magia. En el amor no existe un diccionario con instrucciones o respuestas, un día puedes estar en la cima al otro en declive, un día avanzaste al otro retrocediste.

Y… la verdad es que ¿quién tiene una relación perfecta? Algunas veces creemos que todo está perdido cuando tenemos una pelea, pero no lo es así, las discusiones entre pareja son positivas y sanas, siempre y cuando se busque una solución y las dos partes concuerden. Finalmente somos seres humanos, imperfectos.

Sí, el amor es locura. Locura causada por un proceso químico en nuestro cerebro. En la cascada de reacciones emocionales hay electricidad y hay química. Es una enfermedad. La cual nos permite pasar horas enteras platicando, riendo y haciendo nada sin que nos parezca cansado, porque en esos momentos el tiempo no existe.

Pero desgraciadamente, existe el dicho “nada es para siempre”. Los cuentos de hadas y princesas que encuentran su hombre/príncipe ideal, son sólo una fantasía que creíamos de niñas. Vivimos en otra realidad, los cuentos ya no existen. Esas sustancias que nos vuelven locos, se terminan, se desvanecen gradualmente, no significa el fin, sino una nueva etapa en la relación: apego. Es una etapa difícil, aunque no lo parezca. Es en este punto en donde con positividad y convivencia, entre otras, se puede mantener estabilidad o sentir cada vez menos amor, finalmente las reacciones químicas han terminado su proceso.

Una investigación realizada en Londres, que consistía en una encuesta realizada a 800 personas, concluyó que el 80% de las respuestas acertaban que la pasión había durado aproximadamente tres años.

Varios estudios lo han demostrado, tres años son los determinantes, sin embargo, es posible superarlos. A pesar de todo, el tiempo debe ser calidad, sin contar las horas, días o años, sin hacer ecuaciones matemáticas. Sólo se trata de amor, un poco de amor. ♥